Es de noche y las calles están
vacías. No distingo colores, solo figuras.
Sé que debo llegar a la calle
Sonib n°396.
Me acerco a un edificio lúgubre y veo el número. Aquí es, pero el asqueroso olor a tabaco inunda mis sentidos y me provoca arcadas. Sin embargo, debo seguir. Tomo aire, abro la puerta y continúo hasta encontrar la habitación indicada. Abro otra puerta y el humo sale en forma de espesa neblina.
Dos hombres me esperan. Y allí está él, el demonio de mi vida. Estaba esperándome.
Me acerco a un edificio lúgubre y veo el número. Aquí es, pero el asqueroso olor a tabaco inunda mis sentidos y me provoca arcadas. Sin embargo, debo seguir. Tomo aire, abro la puerta y continúo hasta encontrar la habitación indicada. Abro otra puerta y el humo sale en forma de espesa neblina.
Dos hombres me esperan. Y allí está él, el demonio de mi vida. Estaba esperándome.
Mi cuerpo no puede avanzar, el
miedo se apodera de mí y me grita que
corra. Antes de que pueda escapar, se acerca y me aferra contra él. Su boca
busca la mía.
¡Oh, no! ¡Por favor, no te
acerques así!
No puedo respirar. Toma un poco
de su cigarrillo y abre sus labios en los míos. El tabaco me noquea. El sabor a
vodka de su boca me invade ¡No lo quiero dentro de mí!
Me alejo, aunque sujeta mi muñeca
con fuerza. Sé que no estoy cumpliendo mi parte del trato, pero ya no quiero.
Respira en mi cuello, logro soltarme y grito: “¡No quiero nada de ti, esto se
acabó!”
Pero sus ojos de fuego
centelleante me dicen que no es así. Esto acaba de comenzar.
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