Aquí me tiene el
jirón de tu cabello,
transformando el
umbral de mis recuerdos;
surge la imagen
mía, de pequeño
contemplando tus
ojos, entre verdes y serenos.
Y celeste, como
manantial de ensueño
el último de tus
vestidos;
el rubor de tus
mejillas yo le enseño
a mi corazón,
hasta quedar dormido.
Sutileza que
eleva al infinito el alma,
al iris de los
míos básicos,
llenándolos de
vida , de nostalgia
y de hechizos
mágicos.
Única que
ilumina mi camino;
en la oscuridad,
par de luceros diminutos.
De vivir así,
siempre contigo
no me haría
falta nada, en absoluto:
Quién vive
sublime
entre tu abrazo
y tu regazo,
sin saber donde
tú vives
llego a ti; el
mundo se viene abajo.
La razón, que
nada comprende
busca alcanzar
tus pétalos de miel;
nada de frente a
la corriente,
solo por el
dulce aroma de tu piel.
Llévame, aunque
sea en forma de papel,
porque jamás
seguiré tus pasos;
y si te fueras
pronto, llévate también…
mi alma a
pedazos.
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