jueves, 30 de enero de 2014

Porcelaine, mon amour - Gato


Mi princesa no estaba feliz,
siendo de aquellas que todos adoran.
Paso tras otro me arrastró hasta aquí,
su ternura se llevó mis horas.
Quieta como la brisa en la mañana
o el amor en bruto,
me enamoré de la vida en la ventana
en un minuto.
Y cada tarde me valía el olvido
hasta que el último de mis ahorros
me valió el esfuerzo y le lleve conmigo,
pues mi alma sentía que me pedía socorro.

Le abracé la vida, muy fuerte;
en brazos por las calles de París
bailamos hasta la calma, y la gente
miraba atónita y blasfemaba frente a mí.
Pero no nos importaba en absoluto;
no me hablaba, pero se aferraba a mis heridas.
“¡No vendo jamás, ni permuto
el placer de un vals junto a mi amada perdida!”.
Le recité los versos más bellos de Géraldy;
en la calle Vaugirard cogí una flor de lirium.
Reímos hasta que un policía, tan fácil,
de un golpe en la nuca terminó con mi delirio.

Ahora escribo bajo estas paredes mudas.
Sufro su adiós sin escuchar un “vete”,
A camisa de fuerza y entre gente testaruda
recibo visitas de seis a siete.

No era como esas mujeres de colores
que sin motivos soltaron mi brazo,
de esos amores que aparentan ser amores
y me arrancaron la ilusión de cuajo.
¿Quién juzga a un hombre por estas pasiones
a una pequeña muñeca de porcelana
y no a quien se besa en las estaciones,
y en tres meses lo hará con otra “amada”?

…y aquí sentado en un rincón,
con esperanzas de que alguien me visite mañana,
rememoro y busco llenar “algo” en mi corazón,
en un espacio que no lleno con nada… con nada.

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