Soy el gato de
la quimera,
quien todo lo
ve, todo lo esconde;
el que aparenta
respeto, a mi manera,
todo lo siente,
todo lo puede: lo corresponde.
Saboreo hasta lo
más íntimo de tu alma,
camino seguro y
sé lo que hablo,
dueño del tacto,
de la tormenta en calma;
con lo sutil de
un ángel y crueldad de un diablo.
Ínfimo como el
acento más puro de tus labios,
e infinito, como
el oleaje, es mi espíritu,
que ni el cielo
y las estrellas o los sabios
son capaces de
contener mi ímpetu.
¿Me salvaré de los trágicos finales?,
¿Me detendré a
tiempo antes que verlo?
¿Tendré a mi
lado a alguien que me hable
cuando mi ego me
corroe por dentro?
Cada susurro de tu alma me alimenta,
sin saber si me
hacen bien estos antojos,
que mi dulzura y
mi valor ahuyenta
y me atormenta
cada vez que cierro los ojos.
Me sentaré
entonces frente a la quimera esta
(pretendiendo
ofrecerle lealtad a raudales)
hasta encontrar
una verdadera respuesta
o arrastraré las
almas de los demás animales.
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