sábado, 1 de febrero de 2014

Salvación- Jirafa

Quien me acompañaba no es quien quisiera. Huí lejos. Huí de él.

Mis pasos apremiaban por seguir un camino desconocido.

Tú, fugaz. Tú, perfecto voraz.

Una puesta de sol. Un verano esperado.

La marea subía y la magia nos acompañaba.

El agua retrocedía su andar. Arrastraba consigo millones de granos de arena que brillaban cual

purpurina.

Un perfecto desconocido, un perfecto acompañante.

Te acercas suave a mis muslos, me rozas, me tocas.

Mis labios han estado rotos tanto tiempo que dudo.

Me guías. Te siento.

Juego de fusiones, tu boca y la mía.

Y olvido. Por el momento soy deseada, acariciada.

El letargo del viento en mis ropas. El frío ya no existe.

Mi cuerpo te siente, mi alma te llama.

Paseas por mis valles, subes montes, lames mi sabor.

Que falta me hacías. Debiste escuchar mis venas gritar.

Tus manos tibias me tocan sobre la arena.

Te ofrezco una invitación a la locura. Te pido ser mi amnesia.

Tus labios en mi oído, mágico intercambio de palabras.

Entre las olas se mezclan mis gemidos.

Entre la arena se oculta el sudor.

Entre tus manos mis pechos.

Entre mis piernas tu ser.

Adiós tortura agonizante.

Un grito. Una sonrisa. Un descanso. Una caricia.

Descubro lo verdadero. Te esperaba.

Deseo, pasión, locura.

El agua nos baña y se lleva consigo lo que eramos.

Vuelvo a esta playa. Cuando tu me tocas, nada me daña.

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